- José Antonio Galán Ceballos
- Embarazo
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Desde el momento en el que se produce el embarazo surgen numerosos cambios en nuestro cuerpo. Uno de ellos es la preparación de las mamas para la lactancia materna, lo que se conoce como lactogénesis.
Antes de esto, vamos a aclarar conceptos tan importantes para esta etapa como son la prolactina y la oxitocina, dos hormonas necesarias para hacer posible dicha lactancia.
La prolactina es una hormona producida por la hipófisis, situada en la base del cerebro.
La prolactina hacen que los senos crezcan y produzcan leche materna durante el embarazo y después del parto.
La oxitocina es otra hormona generada en el hipotálamo. Cuando el bebé succiona el pezón se genera un estímulo que llega hasta el hipotálamo y provoca que se libere oxitocina en forma de pulsos. Estos pulsos estimulan a su vez la producción de prolactina.
Esta hormona también se encarga de provocar las contracciones del útero para el momento del parto.
En el embarazo, en las primeras semanas, las mamas empiezan su preparación para la lactancia. Generan un aumento de su tamaño y del crecimiento del sistema de conducto galactante, creando en los extremos distales un proceso de ensanchamiento y ramificación. Al tiempo de la gestación, la cantidad de ramificaciones disminuye y los fondos de saco de cada conductillo dan lugar a la diferenciación en alvéolos, pasando el epitelio de los conductos a secretor. La parte última se organiza en diferentes unidades lobulillares, formadas por ramilletes de alvéolos que se conectan a un conducto terminal. Alrededor de los mismos hay unas redes capilares con células plasmáticas, encargadas de proveer a la leche de inmuno-globulinas. Entre las 20 - 24 semanas, se inicia el funcionamiento de las células alveolares y comienzan a acumularse secreciones. Es el momento en que la mama está lista para la lactancia, elaborando pequeñas cantidades de lactosa y lactoalbúmina, siendo capaces de detectarse en orina y sangre.
Lactogénesis II
Esta fase es la conocida como “subida de la leche” y se produce tras el descenso brusco de la progesterona en el posparto. También se ve influenciada por la caída del actógeno placentario humano en esta etapa. Fundamental se hace unos correctos niveles de prolactina y de cortisol. Casi todos los componentes de la leche refieren un aumento obstensible, lo que provoca que las mamas aumenten de tamaño y se encuentren incluso calientes, pudiendo llegar a experimentar sensación dolorosa. La “subida de la leche” tiene lugar en torno al tercer día, pero hasta en un 25 % de las madres la experimentarán pasadas las primeras 72 horas posparto. La obesidad y la diabetes insulinodependiente mal controlada, influyen en el retraso de la “subida”, así como la retención de restos placentarios, debido a la presencia de progesterona y lactógeno placentario que pueden, incluso, llegar a inhibir la lactogénesis II. Otra causa de retraso de la lactogénesis II son los partos complicados y el estrés, siendo los grupos de mayor riesgo las madres primíparas, partos prolongados y extenuantes, las maniobras dolorosas, las madres que llevan muchas horas sin dormir antes del parto y las que necesitan una cesárea urgente por pérdida del bienestar fetal.
Por último, la lactopoyesis es lo que se conoce como el mantenimiento de la lactación o continuidad en la producción de la leche. Este proceso puede finalizar, entre otros factores, por la finalización de la succión del bebé.